El decreto ley sobre telecomunicaciones que el Gobierno aprobó el viernes, de forma tan urgente como inesperada, abre interesantes posibilidades en el sector televisivo. En esencia, el decreto acaba con los antiguos límites accionariales y permite que las empresas de televisión se absorban unas a otras, con la única condición de que ninguno de los grupos resultantes supere el 27% de la audiencia. Es decir, que lo único imposible (la pública TVE queda al margen) es una fusión entre Telecinco y Antena 3. Cualquier otra cosa puede estudiarse. ¿Se dan cuenta de las opciones estupendas que aparecen ante nosotros?
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